Además de tener una estructura sintáctica y una estructura semántica, el enunciado posee asimismo una estructura de mensaje, denominada estructura temática: los elementos lingüísticos que la integran se asocian y se disponen de tal manera que sepamos de qué se trata. El punto de partida de esta concepción lo constituye, en el marco de los estudios de la Escuela de Praga, la 'perspectiva funcional de la oración' de Malthesius, según la cual el mensaje que se transmite a través del enunciado consta de un tema y un rema. Los lingüistas praguenses consideraban que todas las lenguas del mundo deben de estar organizadas en forma de mensaje, ya que éste es el reflejo de una función básica del lenguaje. El mensaje resulta, según Halliday (1985: 39), de la asociación de ambos elementos, tema y rema. Esta situación, sin embargo, no necesariamente se materializa en las diferentes lenguas particulares de la misma manera. No siempre podemos determinar a ciencia cierta qué parte del enunciado que se observa cumple la función de tema y cuáles otras la de rema, sobre todo si trabajamos con oraciones aisladas, no contextualizadas, como suele suceder en los manuales académicos.
Varios han sido los enfoques adoptados para definir el tema del enunciado. Uno de ellos es el que recurre a la función sintáctica de sujeto e identifica a éste con él el tema.
El concepto de sujeto, al igual que el de predicado, pese a estar siempre presente en las gramáticas, nunca ha quedado plasmado en términos unívocos y coherentes entre sí. La observación y análisis de las diferentes definiciones a que ha dado lugar a través de la historia lingüística muestra una gran confusión, que perdura incluso hasta nuestros días. A la función sintáctica 'sujeto' se le han asociado, entre otras, las siguientes características:
a) se realiza mediante unidades sintácticas de carácter nominal (sintagmas nominales, oraciones sustantivas u otras categorías con propiedades similares) que pueden aludir a entidades existentes en el mundo extralingüístico. Es pues una función sintáctica que suele ser referencial;
b) constituye la realización canónica del papel semántico agente, situándose en el lugar de mayor prominencia en la jerarquía de los papeles semánticos. Así, por ejemplo, si un verbo como "beber" o "escribir" implica un agente entre los argumentos que requiere para formar una predicación completa, éste será el argumento que se realice como sujeto de la oración: "El niño (sujeto/agente) se bebió la leche", "Fernando (sujeto/agente) escribió un artículo muy interesante". En esta identificación sujeto = agente se funda la conocida definición tradicional que caracteriza al sujeto como "el que realiza la acción expresada por el verbo";
c) desde el punto de vista morfosintáctico, el sujeto es, por un lado, el constituyente oracional que rige la concordancia verbal. Así, en "Este ingeniero ha dirigido varias obras públicas", por ejemplo, es el sintagma sujeto este ingeniero, y no el sintagma objeto varias obras públicas, el que determina la concordancia numérica con el verbo;
d) en las oraciones declarativas en que los constituyentes se siguen según el orden lineal considerado básico o no marcado (sujeto - verbo - objeto, en el caso del español y muchas otras lenguas), los sujetos suelen ser, al mismo tiempo, el tema del enunciado, es decir aquel constituyente que el hablante selecciona como punto de partida comunicativo, o aquello sobre lo que versa el enunciado. Esta correlación sujeto - tema es una propiedad que queda reflejada en la también tradicional definición del sujeto como "la persona o cosa de la cual decimos algo" (R.A.E., 1973: 350);
e) en lo referente al lugar que se le asigna en la estructura de la oración, el enfoque bimembre, dominante en el análisis oracional, sitúa al sujeto en una posición estructural privilegiada con respecto a las demás funciones nominales. De conformidad con este enfoque bimembre, "sea cual sea la complejidad de la oración, los elementos que la integran se organizan en torno a dos constituyentes" (Hermanz y Brucart, 1987: 60), SN-SV o sujeto-predicado. En contraposición con este punto de vista, según el cual el sujeto se sitúa en el mismo jerárquico que el predicado, se encuentra la teoría de Tesnière, Éléments de syntaxe structurelle (1959, 1966), en la que el sujeto no es más que uno de los actantes puestos en relación con el verbo, y dependiente de él, como el resto de los complementos.
El principal problema planteado por el concepto de sujeto, definido en los términos que acabamos de ver, radica en que no se ha sabido establecer una clara distinción entre los niveles sintáctico, semántico y pragmático. La primera evidencia de este hecho es la equiparación del sujeto con el agente ("el que realiza la acción expresada por el verbo"), cuando indiscutiblemente no todos los sujetos son agentes –para ello, todos los verbos deberían denotar acción– ni todos los agentes aparecen como sujeto.Un ejemplo de lo primero lo proporciona una oración como "El niño recibió un castigo", en la que el sujeto el niño no realiza ninguna acción y por tanto no puede ser agente. Una demostración de lo segundo es que en las oraciones pasivas, como "El niño fue castigado por su padre", el papel semántico de agente lo desempeña el sintagma prepositivo, en este caso por su padre y no el sintagma nominal sujeto, en este caso el niño, el cual denota la entidad afectada por la acción. Segunda objeción: si por sujeto se asume "la persona o cosa de la cual decimos algo", entonces ¿cómo se explican ciertos enunciados en los que "la persona o cosa de la cual decimos algo" es constituyente (OD, OI) del predicado verbal? Así, por ejemplo, en "La pared la pintaron los niños", el sintagma los niños, además de concordar con el verbo, representa al agente que realiza la acción, pero no puede considerarse como "la persona o cosa de la que se dice algo". Por otra parte, la función pragmática tema corresponde en este enunciado al sintagma nominal la pared, o sea, sintácticamente, al objeto directo.
Menos insatisfactorias -aunque también parcialmente objetables- resultan ciertas aproximaciones al concepto de tema realizadas desde otros ángulos. Así, el enfoque en el que a partir de Mathesius y Firbas, se identifica el tema con la información dada o conocida, asumiendo que ésta es aquella información que ya es accesible para el receptor del mensaje, bien por haber sido introducida anteriormente en el texto, bien por ser, de algún modo, deducible de la situación comunicativa. Tal homologación conceptual plantea un nuevo problema: el de la falta de delimitación de los planos temático e informativo de la estructura global del enunciado, con la consiguiente confusión de los niveles de análisis.
Para otros lingüistas, principalmente algunos funcionalistas praguenses y sus seguidores, el tema se define como el punto de partida o de arranque del enunciado. Según este punto de vista, todas las oraciones contienen un tema y lo que tienen en común es la relación entre el objeto de pensamiento del hablante y su expresión en el texto. Análoga postura adopta Halliday (1985: 38). cuando afirma que el tema es el elemento que sirve de punto de partida del enunciado, definición reforzada asimismo por el añadido de que el tema se coloca primero. En parcial coincidencia con esta caracterización se encuentra la postura de Ch. Touratier, para quien no todos los puntos de arranque oracionales vehiculan temas. Aun admitiendo que en español y en muchas otras lenguas, el tema encabeza el enunciado, no es lo mismo decir, efectivamente, que todo tema es punto de arranque del enunciado que afirmar que todo punto de arranque es tema.
Una caracterización más abarcadora del concepto tema es la proporcionada por R. Hidalgo Downing (1991), quien propone seis posibles funciones para el primer elemento del enunciado: señalar el ángulo desde el que se ha de proyectar el mensaje; establecer el marco semántico espacial, temporal, individual o situacional, o una combinación de ellos; indicar, mediante conjunciones y conectores, la dirección lógica del mensaje y relacionarla con el contexto lingüístico; indicar, mediante modalizadores, la actitud del hablante acerca del mensaje; relacionar el contenido del mensaje con el hablante o la situación extralingüística; señalar el cambio de hablante o que el mismo hablante introduce un nuevo punto en el discurso.
Una caracterización más abarcadora del concepto tema es la proporcionada por R. Hidalgo Downing (1991), quien propone seis posibles funciones para el primer elemento del enunciado: señalar el ángulo desde el que se ha de proyectar el mensaje; establecer el marco semántico espacial, temporal, individual o situacional, o una combinación de ellos; indicar, mediante conjunciones y conectores, la dirección lógica del mensaje y relacionarla con el contexto lingüístico; indicar, mediante modalizadores, la actitud del hablante acerca del mensaje; relacionar el contenido del mensaje con el hablante o la situación extralingüística; señalar el cambio de hablante o que el mismo hablante introduce un nuevo punto en el discurso.
Según Ch. Touratier (2000: 147), la estructura temática consta de tres clases de constituyentes. A los dos primeros los denomina, adoptando la terminología de B. Pottier (1981: 42-42), support (= soporte) y apport (= aporte). A estas dos nociones principales añade una tercera, la de report, para la cual, por razones que expondremos más adelante, no daremos todavía ninguna equivalencia en español. El support, término en que quedan englobados tanto el tema de los praguenses como el topic (= tópico) de la escuela norteamericana, no se define única y necesariamente, según Touratier, como "aquello respecto de lo cual el locutor dice algo", sino que también puede ser "aquello a propósito de lo cual el locutor dice algo". Es el punto de arranque del enunciado, una suerte de trampolín que permite al locutor introducir el mensaje que desea transmitir al interlocutor. El autor precisa que el hecho de integrar la segunda posibilidad ("a propósito de...") apunta a ampliar la noción de tema y así adaptarla a todo lo que los analistas suelen llamar con dicho término. Así pues, el soporte del enunciado puede ser simplemente aquello en ocasión de lo cual se dice algo, como cuando el enunciado comienza con una indicación de fecha o de lugar, la cual establece el marco temporal o espacial con el que el locutor relaciona el contenido del mensaje que transmite. Los dos valores diferentes que en este enfoque se reconocen al soporte del enunciado coinciden con la diferencia entre los "dos tipos de constituyentes temáticos" que Mary-AnnickMorel ha denominado respectivamente "marco" y "marco en sentido restringido" (Morel, 1992, "Intonation et rhématisation" en L'Information gramaticale, 54, 31). El apport, por su parte, se corresponde parcialmentte con los denominados rema o comment y representa lo que el locutor dice a propósito del contenido del support, y no solamente, según la definición usual de comentario o rema, "lo que se dice de la persona o la cosa" aludida por el tópico o tema (cf. Lyons, 1970: 257). En concordancia con M-C. Hazaël-Massieux, el autor afirma que el aporte es "la información principal" del enunciado, y el soporte, "lo que da paso a la información principal", y precisa asimismo que el aporte presupone teóricamente la existencia de un soporte, con el cual se relaciona.
Sin embargo, el soporte bien puede no expresarse lingüísticamente, como cuando se dice: "Llueve (o ¡ay!)". En casos como éste, la situación comunicativa es la que proporciona objetivamente un soporte con el que habrá de asociarse el contenido remático del enunciado. Análoga reflexión suscitan en Touratier los enunciados cuyos esquemas oracionales se encuentran desprovistos de sintagma nominal sujeto. Los argumentos del autor, a este respecto, resultan sumamente esclarecedores: "si el sujeto se define sintácticamente como el constituyente inmediato de una oración o proposición exocéntrica, no se puede decir que los morfemas personales clíticos, cuando el verbo está en modo imperativo, o desinenciales (del español, por ejemplo), sean sujeto, pues sólo son constituyentes inmediatos del verbo, del cual, a diferencia de los sintagmas nominales, no pueden separarse. Sólo designan a la persona concernida por la propiedad semántica del sintagma verbal al que pertenecen, y no realmente a la persona a propósito de la cual el locutor dice algo. Si se admite entonces que las oraciones con morfema personal clíticos (o desinencial) sólo son aporte, ello significa que también la sintaxis desempeña algún papel en la delimitación de los constituyentes de la estructura temática, puesto que desde este punto de vista, no cabe fragmentar el sintagma verbal, convirtiendo el morfema personal clítico o desinencial en soporte del enunciado, y el resto del sintagma verbal, en aporte" (mi trad., H.A.). Para el lingüista francés, lo que en realidad indica el morfema personal es simplemente "la persona con la que hay que relacionar el contenido semántico del sintagma verbal. Y como el enunciado no contiene ningún otro constituyente que pueda ser soporte, se debe inferir que la persona con la que se relaciona el contenido semántico del sintagma verbal es aquella a la que este sintagma alude. En este caso, es el locutor de la situación comunicativa quien representa aquello a propósito de lo cual el enunciado dice algo. Se trata de una inferencia lógica, totalmente normal, y no de un dato lingüístico de expreso significado en la estructura sintáctica del enunciado".
El report (acto de reporter [esp.: aplazar, postergar, diferir]) es, según Touratier, un elemento que el locutor coloca generalmente después del aporte o intercala en medio de éste, porque estima deber precisar algo que puede estar relacionado con el tema del enunciado, o proporcionar un elemento informativo secundario, que considera necesario. En este mismo sentido, también se desempeñan como report aquellos sintagmas nominales que, a manera de coletillas, suelen añadirse en el discurso coloquial informal, tras una pausa y en la posición final del enunciado.
Habida cuenta de todo lo expuesto hasta aquí, la fórmula de la estructura temática por la que nos decantamos es la siguiente:
Sin embargo, el soporte bien puede no expresarse lingüísticamente, como cuando se dice: "Llueve (o ¡ay!)". En casos como éste, la situación comunicativa es la que proporciona objetivamente un soporte con el que habrá de asociarse el contenido remático del enunciado. Análoga reflexión suscitan en Touratier los enunciados cuyos esquemas oracionales se encuentran desprovistos de sintagma nominal sujeto. Los argumentos del autor, a este respecto, resultan sumamente esclarecedores: "si el sujeto se define sintácticamente como el constituyente inmediato de una oración o proposición exocéntrica, no se puede decir que los morfemas personales clíticos, cuando el verbo está en modo imperativo, o desinenciales (del español, por ejemplo), sean sujeto, pues sólo son constituyentes inmediatos del verbo, del cual, a diferencia de los sintagmas nominales, no pueden separarse. Sólo designan a la persona concernida por la propiedad semántica del sintagma verbal al que pertenecen, y no realmente a la persona a propósito de la cual el locutor dice algo. Si se admite entonces que las oraciones con morfema personal clíticos (o desinencial) sólo son aporte, ello significa que también la sintaxis desempeña algún papel en la delimitación de los constituyentes de la estructura temática, puesto que desde este punto de vista, no cabe fragmentar el sintagma verbal, convirtiendo el morfema personal clítico o desinencial en soporte del enunciado, y el resto del sintagma verbal, en aporte" (mi trad., H.A.). Para el lingüista francés, lo que en realidad indica el morfema personal es simplemente "la persona con la que hay que relacionar el contenido semántico del sintagma verbal. Y como el enunciado no contiene ningún otro constituyente que pueda ser soporte, se debe inferir que la persona con la que se relaciona el contenido semántico del sintagma verbal es aquella a la que este sintagma alude. En este caso, es el locutor de la situación comunicativa quien representa aquello a propósito de lo cual el enunciado dice algo. Se trata de una inferencia lógica, totalmente normal, y no de un dato lingüístico de expreso significado en la estructura sintáctica del enunciado".
El report (acto de reporter [esp.: aplazar, postergar, diferir]) es, según Touratier, un elemento que el locutor coloca generalmente después del aporte o intercala en medio de éste, porque estima deber precisar algo que puede estar relacionado con el tema del enunciado, o proporcionar un elemento informativo secundario, que considera necesario. En este mismo sentido, también se desempeñan como report aquellos sintagmas nominales que, a manera de coletillas, suelen añadirse en el discurso coloquial informal, tras una pausa y en la posición final del enunciado.
Habida cuenta de todo lo expuesto hasta aquí, la fórmula de la estructura temática por la que nos decantamos es la siguiente:
- Soporte + Aporte
Más adelante, después de que nos hayamos referido a la estructura informativa del enunciado, volveremos a la estructura temática así constituida para precisar los reajustes que impone este nuevo punto de vista y presentar los términos adoptados, las definiciones de los conceptos a los que dichos términos remiten, acompañándolos de las correspondencias terminológicas en los casos en que se trate de puntos de vista total o parcialmente divergentes. Una vez despejado nuestro campo conceptual y terminológico, procederemos asimismo a describir los mecanismos morfosintácticos que el sitema de la lengua pone a disposición del hablante para el desempeño de las diferentes funciones que caracterizan a los enunciados.
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