jueves, 18 de agosto de 2016

11/ Las modalidades del mensaje - La negación

La negación no se sitúa en el mismo plano que las modalidades de la enunciación (declaración, interrogación, exhortación y exclamación). Recordemos que éstas definen los diversos tipos de relaciones que pueden instaurarse entre el locutor y el receptor. En principio, la negación concierne al contenido del enunciado, o sea a lo que se predica en él, implicando una elección del enunciador entre la verdad de cierto estado de cosas y su falsedad. Este hecho confiere a la negación el estatus de 'modalidad de enunciado'. Aun así, tal concepción clásica dista de corresponderse con la totalidad de los enunciados negativos que es posible encontrar en un texto. 

Si bien en ciertos contextos, en los que se habla de 'negación descriptiva', existe efectivamente la posibilidad de elegir entre afirmación y negación (no llueve, proferido, por ejemplo, al mirar por la ventana), no deja de ser que: 

a) generalmente, nos encontramos ante 'negaciones polémicas', en las que se rechaza lo implícita o explícitamente enunciado por el interlocutor, como:

Elena no es arrogante. (refutando: Elena es arrogante)

En este sentido, no podemos descartar de plano la posibilidad de que todas las 'negaciones descriptivas' se deriven efectivamente de 'negaciones polémicas'. Así, por ejemplo, también el enunciado "no llueve", visto desde esta perspectiva, puede deberse a que mentalmente le preceda una pregunta como: ¿estará lloviendo? 

La negación, así encuadrada, tiene por objetivo contraponer o bien el referente al que remite tal o cual expresión del enunciado con otros posibles referentes textuales o extralingüísticos, o bien la totalidad de un estado de cosas presupuesto. 

b) otras veces, se trata de 'negaciones metalingüísticas', o sea relacionadas con el uso de tal o cual unidad léxica por considerársela inapropiada, con tal o cual aspecto gramatical de un elemento del enunciado por considerárselo incorrecto, o incluso con cierto registro discursivo por considerárselo inadecuado. A la negación metalingüística le sigue siempre una formulación correctiva. Interviene asimismo un acento de insistencia o enfático que recae en el elemento negado. Ejemplos:

A: - Te asusta la situación.
B: - No me asusta, me espanta.

A: - El texto, lo tradució Pedro.
B: - No, no lo tradució Pedro. En todo caso, lo tradujo Pedro.

A: - Los chicos se morfaron la pizza.
B: - No, no se morfaron la pizza. Se la comieron.

c) en ocasiones, se dan 'negaciones retóricas', en las que lo que se hace en realidad es decir al interlocutor lo que se desea que exprese, como:

¿No estoy acaso en lo cierto?

d) en un gran número de casos, los enunciados negativos son el resultado de actos de habla indirectos, hecho que les confiere valor pragmático. Para interpretarlos, o sea deslindando un tipo de negación de otro, resulta inoperante el cotexto o entorno textual y es preciso recurrir al contexto situacional. Ejemplos:

No soy sordo. (negación con valor exhortativo: hable más bajo, deje de gritar)
¿Por qué no se van ya? (interrogación negativa con valor exhortativo: váyanse ya)

Desde el punto de vista de la estructura temática, la negación refuta total o parcialmente lo contenido en el 'soporte' o en el 'aporte'. En la estructura informativa, la negación rechaza total o parcialmente la información nueva. En ambos casos, el elemento o segmento rechazado por la negación es focalizado, como ya hemos dicho, por medio de un acento enfático. A este recurso focalizador suprasegmental se suma a veces una hendidura. Ejemplos:

No siempre se puede hacerlo de esa manera.
No a todos nos cuesta tanto comprenderlo.
No fue a sus amigos a quienes consultó.

El adverbio "no" suele combinarse con otros morfemas de significado negativo, como: nada, nadie, ninguno, nunca, jamásni, tampoco, y la locución de sentido negativo en la/mi/tu/su vida. Cabe recordar que cuando dichos morfemas, por razones de énfasis, se anteponen al verbo, éste no va acompañado del adverbio de negación "no". Ejemplos:

No he dicho nunca semejante barbaridad.
Nunca he dicho semejante barbaridad.

No responde nadie.
Nadie responde.

Ellos no están de acuerdo tampoco.
Ellos tampoco están de acuerdo.

No lo toleraría ni su madre.
Ni su madre lo toleraría.

No había visto en su vida tanta belleza.
En su vida había visto tanta belleza.

Por último, resulta interesante observar la peculiaridad de la locución focalizadora "no solo... sino también/además". A pesar de que contiene el adverbio de negación no, la primera parte de esta locución no niega lo dicho en la parte del enunciado que le sigue, sino que, a la vez que lo reafirma, le suma otro hecho, que se expresa después de sino también/además. Esta última parte del enunciado, así focalizada, aporta información nueva al mensaje. El valor afirmativo de la primera parte del enunciado es confirmado por la posibilidad de que al morfema "no" le siga otro "no" decididamente negativo. Ejemplos:

No solo llevaron a los niños sino también a la abuela.
No solo la echó de la casa, sino que además amenazó con denunciarla.
No solo no saludaron al llegar, sino que encima nos miraron con aire desafiante.




 



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